miércoles, 24 de marzo de 2010
Preámbulo a ¿México?
Sobre la plancha del Zócalo de la Ciudad de México se encuentra ahora una estructura "temporal" que imita un "Templo Mayor", de materiales más ligeros, pero que por medio de la obra artística del mexicano Willy Souza (y TODO lo demás que hacen de esta muestra masiva un "evento" bastante impecable) transportan al que se interne en las penumbras de esta pirámide de acero y páneles de madera, a un México que brilla por sus Mexicanos. Las condiciones están dadas para que suceda la ceremonia: homenaje, tributo, alabanza, dirigidos por el omnisciente maestro de obras digital, el individuo entra como masa humana, lo dionisiaco se impone, una catarsis, nos fundimos en "el otro". Yo soy tú, tú eres yo, somos nosotros.
Con el propósito de ser una muestra conmovedora, un templo de espejos luminosos: nos vemos en las paredes, vemos esa parte de la humanidad que somos, que hoy vivimos en un espacio geográfico bien preciso que por la Historia se llama MÉXICO. La palabra encierra algo que nos toca profundo, tan profundo como uno sienta esa vena mexicana, o esas venas, porque la "nacionalidad" de uno es universal primero, solar, terrestre, sanguínea, y luego se va limitando geográficamente. Podemos tener mútiples nacionalidades en la sangre, esto se define solo en la medida en que tengamos "venas internacionales" y eso depende del corazón grande que tenga cada quien para darle cabida a "otras" culturas. La nacionalidad Mexicana sigue siendo algo precioso, algo que está muy por encima del valor de un papel, es también impalpable, es algo que se adquiere independientemente del lugar físico donde uno nació, ya que puedes haber nacido en un país frío del circulo polar artíco, pero si vienes a México, a la costa, al altiplano, y respiras la libertad que aun existe bajo los restantes "cielos azules" y sientes que la sonrisa viene desde el corazón, con tequila o sin tequila... ya amas a México, ya eres Mexicano, ya te importan también los demás. Todos los mexicanos, todos los humanos, todos los demás ciudadanos del mundo. Un mundo solo. La tierra.
Al final se proyecta un video donde se sincroniza la música con la imagen para evocar más sentimientos, para provocar emociones. Para mí, la emoción más presente era la de "estar en casa", "regresar al hogar" donde ya no hay motivo para sentir miedo, enojo, dudas, donde brilla el Sol mesoamericano sobre el pueblo y sus obras, su entorno natural privilegiado, donde uno puede experimentar confianza y amor por el otro, donde hay paz, donde la naturaleza es el motivo estético, es el ideal a ser imitado. Semejante arreglo de sonrisas y horizontes ámplios le dan a uno una pausa para pensar en ese "otro México" diferente al México "en guerra" por "bastardismo político" (esos "hijos de la chingada" que encarnan la política paternalista enferma de psicosis cuya patología provoca que en lugar de "darle de comer a sus hijos, y darles trabajo, los mata con una guerra contra las drogas).
Pero la magia del cine termina y la proyección de ideales busca algún referente real en el cual apoyarse para no olvidar. Proponer algo, cualquier cosa, hasta inclusive hacer la pregunta: ¿México? ¿Mexicanos? Justamente creo que eso es lo que debemos de hacer como parte de una resposabilidad con lo que podamos considerar "nuestra identidad": preguntarnos ¿cómo es que soy mexicano? Y llegar a mucho más que simplemente "porque nací aquí" y pensar en las emociones, pensar con el corazón, con esa vena que late cuando amamos cualquier cosa: la comida, la bebida, la naturaleza, la cultura, las tradiciones, el arte, el idioma, la gente...
Y será bueno si es cursi, y mejor si además que cursi, pleno de recursos (como "Mexico en tus sentidos") y nos dá la oportunidad de pensar en cosas positivas, en el valor de la sangre mexicana como algo que significa un amor por el trabajo, por la naturaleza, por los demás, funcionando como el contrapeso a la sangre mexicana con la que se salpican los medios masivos de información, el ejército y Calderón, esa que con tanta violencia está regandose por la tierra, resultado de la "guerra contra las drogas", alimentando a no se que deidad furiosa, iracunda y hambrienta de dolor.
Quiero ser mexicano, lo soy, estoy siendo, pero desde una idea de mexicano donde lo más importante sea representar la tolerancia, la tradición cultural, el conocimiento, el respeto a la naturaleza, el deleite de los sentidos a través de los rituales cotidianos de una vida sencilla, la paz, el amor al pueblo, volver a tener la idea de pueblo, y volver a pensar en chiquito, dejar las aspiraciones vanas de alcanzar "altos niveles de crecimiento" y empezar a pensar en "decrecimiento" para regresarnos a esa vida con mayor sentido.
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