sábado, 7 de junio de 2008

Feliz dìa del medio ambiente (retrasado)

Tuve algunas dificultades para subir el articulo en su día, atrasado, pero aquí está...

A muchos parecía una falacia: comer carne de vaca es malo para el ambiente. Hoy, finalmente, el consumo preferencial de vegetales fue enarbolado como una estrategia para salvar al planeta de la crisis ambiental que enfrenta y que puede empeorar.

Hoy, celebrando un cumpleaños del medio ambiente limpio, el mero mero jefe de la ONU hace el llamado mundial a reducir el consumo de carne de vaca y cambiarlo por vegetales. Información sobra al respecto: desde la realidad de que una vaca ocupa mucho más espacio que unos elotitos, unos frijoles, chiles, calabaza, pepinos, camotes y un par de árboles de limones, hasta el hecho de que la presión sobre las áreas forestales para extender las zonas de pastoreo... Inclusive la afirmación procaz de: ¡El pedo de la vaca contamina! jajajaja... En realidad la caca de la vaca tiene un alto contenido de metano que desgraciadamente no se aprovecha, y tal gas, junto con el vapor de agua y el bioxido de carbono son los responsables del efecto invernadero o calentamiento global.

Las vacas son lindas, la leche, el queso, el yogurt, el jocoque, las demás delicias lácteas, indispensables, pero podemos ser más conscientes y crìticos en el consumo y formas de producción. Se me ocurre una idea: dejar de consumir productos Lala. Este grupo lechero, asentado en la zona de "la comarca lagunera" en Coahuila, explota indiscriminadamente los mantos acuìferos de las maravillas naturales de "Cuatro ciénegas" (que en realidad son más de cuatro), para alimentar y dar de beber al ganado estabulado que tienen para producción láctea. Además de un consumo elevado que no permite la recuperación natural de los mantos, los residuos del estriercol y orines se depositan en estos provocando un desbalance de miedo (los hay en todos lados donde hay vacas, pero cuando se trata de niveles industriales, hay que agregarle que además de ser EN CANTIDADES INDUSTRIALES, hay químicos residuales en las heces y orines por el abuso de antibióticos, desparasitantes, los alimentos concentrados, hormonas, etc..)

Se puede, para los que lo buscan, comprar productos lácteos en el mercado local, leche, crema, mantequilla. Para algunos afortunados hay distribuidores locales de leche. Hay opciones más saludables para nosotros y para el planeta buscándolas a nivel local, sin tanto empaque, sin tantas marcas. Hay mucho por hacer, si en verdad queremos al planeta, a nuestra vida en la tierra.

¡Saludos terrícolas!


He aquí el artículo. Para la memoria:



Llama ONU a dejar el hábito del C02
"Grandes cambios o grandes sacrificios" para reducir a la mitad las emisiones de gases nocivos para el medio ambiente de un individuo, pide la ONU.

San José.
Coma menos carne de vaca y más verduras, no utilice cepillo eléctrico para lavarse los dientes o apague su computadora cuando no la use son algunas de las recomendaciones de la campaña de la ONU "Deje el hábito del CO2" en el Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra este jueves.
El foco de la campaña son los consumidores de a pie, que no necesitan hacer "grandes cambios o grandes sacrificios" para reducir a la mitad las emisiones de gases nocivos para el medio ambiente de un individuo, según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que eligió Costa Rica para lanzar esta iniciativa.

Esta guía para la "neutralidad del clima" recomienda una dieta saludable en la que se reduzca el consumo de carne de vaca, pues el "ganado emite muchísimo metano", según el director regional del PNUMA, Ricardo Sánchez, que señala: "si nos hacemos vegetarianos mejor".
También se puede reducir en dos millones de toneladas de dióxido carbono al año viajando en los aviones con equipaje inferior a los 20 kilogramos, según algunos estudios.
Esta guía práctica también aconseja que cada mañana se despierte con un reloj tradicional de cuerda, en vez de la alarma de uno electrónico o secar la ropa en un tendedero en vez de la secadora, porque ello le llevará a un ahorro diario de 48 gramos y 2.3 kilogramo de CO2, respectivamente.

O reemplazar la caminata de 45 minutos en una máquina caminadora por una corrida en un parque cercano, con lo que dejará de enviar casi un kilogramo de los principales gases de efecto invernadero a la atmósfera. El "cambio de los patrones de consumo" es prioritario para frenar el deterioro del entorno, declaró Sánchez.

"El consumo no puede ser el paradigma del bienestar o del crecimiento", aseguró.Pero en una región como la latinoamericana, la prioridad es un cambio del modelo económico.
"La región no está bien preparada para los cambios del clima global, y por eso la prioridad más importante es la adaptación al cambio climático, empezar a desarrollar acciones para cambiar la manera en que se manejan los ecosistemas, la energía, la economía y los patrones de consumo", dijo.

Sánchez recordó que la región lleva varios años de crecimiento económico y según la Cepal este año crecerá todavía entre un 4-5 por ciento y sin embargo, el aumento de los precios de los alimentos aumentará la pobreza en un "5-7 por ciento", mientras que el medio ambiente se sigue degradando.

Un ejemplo de ello, dijo, es la Amazonia, que cada año sigue perdiendo superficie, o Centroamérica, que con excepción de Costa Rica "es la región del mundo con mayor índice de deforestación".

Hay que "pasar de un modelo económico, de crecimiento a toda costa y a todo costo y que no logró revertir la pobreza ni la desigualdad, hay que buscar un modelo económico con alto papel del Estado que establezca regulaciones para que la inversión cree empleo formal, que se invierta en educación, ciencia y tecnología, y una pequeña empresa de gran valor agregado", recomendó.

martes, 3 de junio de 2008

¿Qué el plátano está en peligro de extinción?





Me da harto miedo imaginar un futuro sin el fruto amarillo que solo después del mango es mi favorito. El panqué de plátano, el yogurt, hasta la mermelada de plátano que no he hecho pero que existe (su receta está en el libro de Arundhati Roy: "El Dios de las pequeñas cosas") son cosas que no puedo imaginar contándole a los futuros residentes del planeta como algo que era grandioso pero desapareció: era una fruta alargada, que podías comer de inmediato, solo había que pelarla. Era muy común imaginar a los monos (quizá también extintos) comiendo plátanos. Era el mejor desayuno. Un licuado de plátano con leche es de lo mejor que puede haber para empezar bien el día: si le agregas un huevo, tienes un desayuno completo. El árbol de plátano no es árbol, más bien sale de la tierra a cada tanto y tiene grandes hojas con las que se hacen deliciosos tamales, bien atendida provee de alimento en abundancia, en algunos lados le dicen la planta del elefante, y su nombre científico es MUSA... como si inspirara las mejores obras.

Desde mi experiencia personal, solo puedo decir que he sembrado mis primeras matas de plátano con éxito, sin necesidad de usar ningún tipo de agroquímico, dejando que la planta evolucione solita en el medio. Le he agregado composta y he comido los plátanos más sabrosos. Tienen una textura y sabor distintos. Mi suegro "primera referencia para estos asuntos" me había contado que siguiendo el método "tradicional" (desgraciadamente, tradicional significa pesticidas en abundancia) había que reemplazar las matas de plátano después de un par de años, por la cantidad de químicos tóxicos que almacenan en su sistema de raíces. En fin, sin duda alguna, para los que manejan las abundantes cantidades de plata, hasta el hambre es negocio.
Sin mayor preámbulo, he aquí el artículo que me sacudió:

El plátano, parábola de nuestro tiempo

Las prácticas depredadoras de corporaciones bananeras llevan al fruto hacia su extinción

Johann Hari*

Debajo de los encabezados que hablan de carestía de alimentos y gobiernos tambaleantes, existe un hecho casi inadvertido: los plátanos mueren. Este alimento, más consumido incluso que el arroz o las papas, tiene su propia forma de cáncer. Se trata de un hongo conocido como enfermedad de Panamá, que da a la fruta un color rojo ladrillo y la vuelve incomible.

No hay cura. Todos los frutos perecen conforme se propaga, lo cual ocurre de prisa. Pronto –entre 10 y 30 años– la fruta amarilla y cremosa que conocemos no será más.

La historia del ascenso y caída de este alimento puede verse como una extraña parábola sobre las corporaciones que cada vez dominan más al mundo y adónde nos están llevando.

El plátano parece un espléndido producto de la naturaleza, pero eso es una dulce ilusión. En su forma actual, su creación fue bastante deliberada. Hasta hace 150 años existía gran variedad de plátanos en las selvas del mundo, los cuales se consumían siempre en las zonas cercanas. Algunos eran dulces; otros, amargos. Los había verdes, morados o amarillos.

Un consorcio llamado United Fruit sacó de la selva un tipo en particular –conocido como Gros Michael– y decidió producirlo en masa en enormes plantaciones, y distribuirlo por el mundo en barcos frigoríficos. El plátano se estandarizó en un modelo amigable: amarillo, cremoso y cómodo de llevar en la lonchera.

Hubo allí una chispa de genio empresarial, pero United Fruit ideó un cruel modelo de negocio para llevarlo a cabo. Como explica el escritor Dan Koeppel en su brillante historia Banana: the fate of the fruit that changed the world (Plátano: el destino de la fruta que cambió al mundo) funcionó así: encuentra un país débil. Asegúrate de que el gobierno sirva a tus intereses. Si no lo hace, derrócalo y remplázalo por uno que sí. Quema sus selvas y construye plantaciones de plátano. Haz que los nativos dependan de ti. Aplasta cualquier brote de sindicalismo. Y luego, ¡lástima!, hay que ver morir los plantíos de plátano por una enfermedad que se disgrega por el mundo. Si eso ocurre, arrójales toneladas de químicos, a ver si sirve de algo. Si no, pásate al país de al lado y vuelve a comenzar.

Parece una exageración hasta que uno estudia lo que pasó. En 1911 el magnate platanero Samuel Zemuray decidió convertir a Honduras en su plantación privada. Reunió algunos gángsteres internacionales, como Guy Ametralladora Maloney; montó un ejército privado e invadió la nación, instalando a un amigo de presidente.

El término “república bananera” se inventó para describir las dictaduras serviles que se crearon para favorecer a las empresas del plátano. A principios de la década de 1950, el pueblo guatemalteco eligió a un profesor de ciencia llamado Jacobo Arbenz, porque prometió redistribuir parte de los fincas bananeras entre los millones de campesinos sin tierra.

El presidente estadunidense Eisenhower y la CIA (encabezada por un ex empleado de United Fruit) giraron instrucciones de matar a esos “comunistas”, haciendo notar que “martillo, hacha, pinzas, desarmador, atizador de fuego o cuchillo de cocina” eran buenos métodos para ese fin. Luego la tiranía con la que los remplazaron asesinó a más de 200 mil personas.

Pero, ¿en qué forma se relaciona esto con la enfermedad que hoy diezma los platanares del mundo? Las pruebas indican que, aun cuando vendan algo tan inocuo como los plátanos, las corporaciones se estructuran para hacer una sola cosa: maximizar las ganancias de sus accionistas. Si no hay normas que las contengan, harán lo que sea por maximizar las ganancias a corto plazo, lo cual conducirá a conductas como destruir el medio ambiente que explotan.

No mucho después que la enfermedad de Panamá comenzó a matar plátanos, a principios del siglo XX, científicos de United Fruit advirtieron al consorcio que cometía dos errores. Uno era construir un gigantesco monocultivo: si todos los plátanos eran de la misma especie, una enfermedad que entrara en la cadena en cualquier lugar del planeta se propagaría con rapidez. ¿La solución? Diversificar las variedades que se producían.

Las normas de cuarentena de la empresa también eran una calamidad. Hasta las personas encargadas de prevenir la infección entraban en plantíos sanos con suelo infectado adherido a sus botas. Pero las soluciones a los dos problemas costaban dinero, y United Fruit no quería pagar. Optó por maximizar ganancias hoy, suponiendo que podría abandonar el negocio del plátano si las cosas salían mal.

Así pues, para la década de 1960 el Gros Michel, que United Fruit había empacado como el único plátano auténtico, estaba muerto. La compañía buscó un remplazo inmune al hongo y al fin dio con el Cavendish**. Era más pequeño, menos cremoso y muy fácil de magullar, pero no había de otra.

Pero, como en una secuela de película de horror, el asesino volvió. En la década de 1980, el Cavendish enfermó también. Ahora está muriendo; su inmunidad era un mito. En muchas partes de África la cosecha ha caído 60 por ciento. Existe consenso entre los científicos de que el hongo acabará infectando todos los plátanos de esa variedad en el mundo. Tal vez habría alguna especie que pueda adaptarse como Plátano 3.0, pero son tan diferentes que parecen una fruta del todo diferente y mucho menos apetitosa. El contendiente más probable es el Goldfinger, que es más rígido y agrio: se le conoce como “la banana ácida”.

Gracias a la mala conducta corporativa y a los límites físicos, parece que estamos en un callejón sin salida. La única esperanza parecería ser un plátano genéticamente modificado para resistir la enfermedad de Panamá. Pero es una posibilidad remota, y encontraría mucha resistencia: ¿a quién le gustaría un banana split hecho con un plátano que contuviera genes de pescado?

¿Hay una parábola de nuestro tiempo en este licuado de plátano, sangre y hongos? Durante cien años, un puñado de corporaciones recibieron una fruta espléndida y se les permitió hacer lo que quisieran con ella. ¿Qué ocurrió? Para exprimirle hasta la última gota de ganancia, destruyeron democracias, quemaron selvas y acabaron matando la fruta misma.

Pero, ¿acaso hemos aprendido? Por todo el mundo, políticos como George Bush y David Cameron nos dicen que regular las corporaciones es “una amenaza” que hay que “combatir”; incluso sostienen que debemos dejar en sus manos el clima del mundo. Para mí, sería una locura.***

* Periodista galardonado, colaborador de The Independent y una veintena de periódicos y revistas de GB, EU, Francia, Canadá y otros países. Amnistía Internacional lo nombró Periodista del Año 2007 por sus reportajes sobre el Congo.

** Conocido en México como tabasco.

*** Juego de palabras intraducible con la expresión “that’s bananas.” (N. del T.)