En el bosque comestible
la chinita se perdió
y aunque tenia mucha hambre
de hambre no se murió...
(Cantar al ritmo "en el bosque... de la china...")
Después de estos versos para propiciar el tema, me siento más seguro de poder explicar qué fue lo que estuve aprendiendo esta semana: tuve la suerte de asistir al curso "Bosque comestible" en "Las Cañadas", ofrecido por Eric Toensmeier, el mismísimo gurú del sitio:
perennialvegetables.org
y como buen maestro que es, nos dió "muy bien buena" información de una manera accesible, amigable, abierta, compartida, a pesar del el esfuerzo que le significaba compartirnos sus conocimientos y experiencias en español. Este hombre nos llevó a través de una dinámica intensa desde el lunes hasta hoy viernes aplicando la permacultura para diseñar esto que es más que una huerta de frutales, es en verdad, un bosque comestible.
Partiendo del hecho de que SOMOS LO QUE COMEMOS, tenemos que revisar nuestra dieta para darnos cuenta de dónde vienen estos alimentos. Nos daremos cuenta que la mayoría provienen de la agricultura tradicional, ergo: abundantes fertilizantes, plaguicidas y herbicidas que permiten obtener "abundantes redimientos" en hectáreas sembradas de monocultivos: zanahorias, lechugas, espinacas (si es que nos gusta la verdurita) o bien los básicos maiz, frijol, jitomate, cebolla y ajo para acompañar el puerco, el pollo y la vaca, que tampoco han crecido de la manera más "ambientalmente amigable" posible.
¿Entonces qué? ¿Soy acaso otro crítico maldito de esta era post-capital (ay ay ay... eso de la crisis que se ve en todos lados.. jajaja) que me gusta hablar de la paja del ojo ajeno mientras cargo una viga que me pesa harto en este lomo de burro? No, creo que no. Creo que simplemente ando buscando alternativas a esa dieta que requiere que se le metan abundantes cantidades de energía (tractor, fumigadores, sembradores, fertilizantes, etc...) por una dieta "huevona" o sea, que casi casi, dándome una vuelta por el bosque comestible, pueda recoger mis sagrados alimentos, en el suelo, en los árboles, entre las ramas.
Desgraciadamente (oh, desgracia) conocemos muy poco el legado biológico que nuestra abundante madre naturaleza nos ha dejado. Tenemos pocos ingredientes en nuestra cocina porque en realidad la producción de alimentos se ha ido cerrando paulatinamente. ¡Los alimentos también se extinguen! ¿Sabían eso? Sin el cuidado atento del campesino, en un par de años, si la semilla no se vuelve a sembrar, ¡se pierde para siempre! (Leanse el caso milagroso de la palmera datilera Matusalen de la cual no sabemos aun si se ha salvado de la extinción) Las plantas comestibles y la humanidad tienen una historia en común.
En fin, largo sería tratar de explicar en unas líneas el caudal de información que saturó mis sentidos esta semana. Simplemente quiero compartir el agradecimiento que siento hacia el Bosque de Niebla, la cooperativa y habitantes de Las Cañadas, la familia Toensmeier y mis "compañeritos" de curso con los que viví una "transfusión" sanguínea, pues me siento hoy con una sangre nueva, con ánimos renovados y un conocimiento compartido. Las risas y buenos momentos me acompañan también.
Vuelvo a formar parte de la gran familia humana que trabaja humildemente sobre la tierra para procurar mi alimento. Que nuestros compromisos no sean en vano, por mi parte, no me aguanto las ganas de estar de vuelta en Rancho Los Amigos, haciendo mi lista de especies viables para mi "Selva Comestible"
Salud.
la chinita se perdió
y aunque tenia mucha hambre
de hambre no se murió...
(Cantar al ritmo "en el bosque... de la china...")
Después de estos versos para propiciar el tema, me siento más seguro de poder explicar qué fue lo que estuve aprendiendo esta semana: tuve la suerte de asistir al curso "Bosque comestible" en "Las Cañadas", ofrecido por Eric Toensmeier, el mismísimo gurú del sitio:
perennialvegetables.org
y como buen maestro que es, nos dió "muy bien buena" información de una manera accesible, amigable, abierta, compartida, a pesar del el esfuerzo que le significaba compartirnos sus conocimientos y experiencias en español. Este hombre nos llevó a través de una dinámica intensa desde el lunes hasta hoy viernes aplicando la permacultura para diseñar esto que es más que una huerta de frutales, es en verdad, un bosque comestible.
Partiendo del hecho de que SOMOS LO QUE COMEMOS, tenemos que revisar nuestra dieta para darnos cuenta de dónde vienen estos alimentos. Nos daremos cuenta que la mayoría provienen de la agricultura tradicional, ergo: abundantes fertilizantes, plaguicidas y herbicidas que permiten obtener "abundantes redimientos" en hectáreas sembradas de monocultivos: zanahorias, lechugas, espinacas (si es que nos gusta la verdurita) o bien los básicos maiz, frijol, jitomate, cebolla y ajo para acompañar el puerco, el pollo y la vaca, que tampoco han crecido de la manera más "ambientalmente amigable" posible.
¿Entonces qué? ¿Soy acaso otro crítico maldito de esta era post-capital (ay ay ay... eso de la crisis que se ve en todos lados.. jajaja) que me gusta hablar de la paja del ojo ajeno mientras cargo una viga que me pesa harto en este lomo de burro? No, creo que no. Creo que simplemente ando buscando alternativas a esa dieta que requiere que se le metan abundantes cantidades de energía (tractor, fumigadores, sembradores, fertilizantes, etc...) por una dieta "huevona" o sea, que casi casi, dándome una vuelta por el bosque comestible, pueda recoger mis sagrados alimentos, en el suelo, en los árboles, entre las ramas.
Desgraciadamente (oh, desgracia) conocemos muy poco el legado biológico que nuestra abundante madre naturaleza nos ha dejado. Tenemos pocos ingredientes en nuestra cocina porque en realidad la producción de alimentos se ha ido cerrando paulatinamente. ¡Los alimentos también se extinguen! ¿Sabían eso? Sin el cuidado atento del campesino, en un par de años, si la semilla no se vuelve a sembrar, ¡se pierde para siempre! (Leanse el caso milagroso de la palmera datilera Matusalen de la cual no sabemos aun si se ha salvado de la extinción) Las plantas comestibles y la humanidad tienen una historia en común.
En fin, largo sería tratar de explicar en unas líneas el caudal de información que saturó mis sentidos esta semana. Simplemente quiero compartir el agradecimiento que siento hacia el Bosque de Niebla, la cooperativa y habitantes de Las Cañadas, la familia Toensmeier y mis "compañeritos" de curso con los que viví una "transfusión" sanguínea, pues me siento hoy con una sangre nueva, con ánimos renovados y un conocimiento compartido. Las risas y buenos momentos me acompañan también.
Vuelvo a formar parte de la gran familia humana que trabaja humildemente sobre la tierra para procurar mi alimento. Que nuestros compromisos no sean en vano, por mi parte, no me aguanto las ganas de estar de vuelta en Rancho Los Amigos, haciendo mi lista de especies viables para mi "Selva Comestible"
Salud.