sábado, 7 de noviembre de 2009

EL MAIZ EN LA ECONOMÍA NACIONAL


EL MAIZ EN LA ECONOMÍA NACIONAL



Independientes al vaivén internacional de los precios del maíz, los campesinos que siguen sembrando maíz lo hacen principalmente para satisfacer sus necesidades de autoconsumo. Son pocos los que logran colocar sus cosechas en el mercado y son menos aun los que logran algún tipo de ganancia monetaria.

La industria maicera nacional existe, pero dedica la mayor parte de su producción a lo que ha sido llamado la “harinización” del maíz, proceso que permite distribuir harina lista para tortillerías, pero que se encuentra muy distante de los beneficios que brinda el proceso de nixtamalización auténtico. Para esta gran industria, el valor genético de las diferentes variedades es indiferente. Sus metas están en altos rendimientos, independientemente de la cantidad de insumos adicionales (fertilizantes, plaguicidas, herbicidas) que se tengan que ocupar en el proceso.

Adicionalmente, los pequeños productores han tenido que sobrevivir a las políticas de “libre mercado” que han sido promovidas desde finales del siglo XX y que han culminado en años recientes con la exención de aranceles al frijol y maíz importados desde Estados Unidos. Estos productos, básicos en la alimentación mexicana, reciben fuertes subsidios al norte de la frontera, y además de que se cuenta con una infraestructura productiva mucho más desarrollada y distribuida, en varias ocasiones, los productos importados no son de la mejor calidad alimenticia. No olvidemos el maíz radioactivo que alguna vez compró CONASUPO en tiempos de Carlos Salinas de Gortari, "para alimentar a la niñez mexicana"...

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